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La importancia del lenguaje inclusivo I

Construir una sociedad mejor

La gestión emocional es una pieza clave para el estudio del aprendizaje humano y el refuerzo de la autoestima, íntimamente ligados. Pero existe el riesgo de que este enfoque pueda quedar incompleto sin una visión de género que guíe el proceso y contemple las diferencias inherentes a los grupos sociales más oprimidos. Sólo así podremos recurrir al lenguaje, como herrramienta de adquisición de conocimiento, para aprender y configurar nuestra realidad al tiempo que se favorece una sociedad más democrática y justa.

Y es que lo incómodo se vuelve polémico y después revulsivo pero recordemos que de lo diferente y del problema nace la duda, y a partir de ahí lo aprendido, el conocimiento. Así, todo esfuerzo se ve recompensado y, por ello, un uso consciente e inclusivo del lenguaje es una buena técnica por muchos motivos, pero si quieres y sobretodo, porque se verá recompensada.

Puede que solo estemos avistando vagamente la naturaleza de estas conexiones a nivel cognitivo y por ello me gustaría poder tratar en futuras ocasiones el tema, ya que no consigo hacer la distinción entre lenguaje, democracia y libertad. Y mucho menos, en el reto que supone enseñar tu propio idioma como segunda lengua. Pero de esto hablaré en otra entrada.

igualdad

Defendiendo esta inquietud, en aras de un uso más igualitario del idioma, estoy convencida de que podremos favorecer unas relaciones sociales mucho más sanas. La idea de exponer brevemente unas pinceladas sobre la importancia del lenguaje inclusivo en la educación surgió a raíz de la publicación de “Lenguaje no sexista: ¿Lo utilizas?” de Oxfam Intermón.

Es una breve guía que aporta claves muy interesantes para dejar de ocular lo femenino y nos ofrece consejos útiles para aplicarla, de manera que no requiere mucho esfuerzo y además, puede ser de gran utilidad para quienes desarrollan la labor docente. Y, por supuesto, lo mejor de todo: ¡es más sencillo de lo que piensas!.

Igualdad, lenguaje y enseñanza

Hay evidencia científica suficiente que demuestra que el lenguaje es determinante para configurar la realidad. Al nombrarla estamos, por decirlo de forma muy gráfica, poniéndola de relieve; la elevamos a otra dimensión para dotarla de entidad propia. Lo que no se nombra, simple y llanamente no existe. Y esta sensación de inclusión es la que favorece la igualdad. En eso radica la democratización del lenguaje. Veamos un ejemplo contemplado en “Antropología Feminista” de Lourdes Méndez: 

Antropología: ciencia que trata de los aspectos biológicos y sociales del hombre. Hombre: ser animado racional, varón o mujer.
Varón: ser humano de sexo masculino.
Mujer: persona del sexo femenino.

Estas definiciones del Diccionario de La Real Academia Española condensan parte de las ambigüedades que sustentan la construcción del conocimiento científico-social sobre el género humano. Si bien es cierto que en castellano Hombre es un genérico que abarca dos sexos, el masculino y el femenino, no lo es menos que cuando disciplinas científico-sociales como la antropología piensan e investigan sobre el Hombre, erigen como referente de la especie humana al varón, y no a la mujer. Una de las consecuencias de este hecho es que, desde mediados del siglo XIX, las ciencias sociales y humanas producen conocimientos centrados en lo que los varones hacen, dicen y piensan. Por eso, se trata de conocimientos androcéntricamente sesgados que, contrariamente a lo que se afirma, no remiten al genérico Hombre sino al varón de la especie.

Aún existe mucha gente reticente al uso del lenguaje inclusivo pero si fuéramos en general más conscientes de las implicaciones que esto supone, quizás cambiaríamos de opinión. Y también puede que, quizás, dejemos de ocultar lo femenino y con ello parte de la realidad. Solo hace falta intención y sentido común. Lo demás es otro aprendizaje más de los muchos que vivimos.

Espero que esta entrada pueda invitar a la reflexión y que resulte útil la guía. Dejando de utilizar lenguaje sexista es posible que nos encontremos antes en el camino hacia una auténtica igualdad.